La función principal de estos transistores de potencia es convertir la señal proveniente de los capacitores electrolíticos de gran tamaño de la etapa anterior en una señal de mayor frecuencia. La red domiciliaria entrega una señal de unos 50 hertz y en esa condición llega a estos transistores.
Después de todo el tratamiento previo, tenemos una señal pulsante que entrega un flujo de corriente entrecortado, con picos máximos y valles mínimos. Una corriente sumamente irregular. Esta corriente pulsante tiene una frecuencia de 50 hertz y la función de la línea de transistores es elevar la frecuencia del pulso de la señal de los 50 hertz a 18.000 hertz.
¿Cuál es la consecuencia de ese tratamiento? Simplemente la regularización de la señal. Al aumentar la frecuencia del pulso, el efecto práctico es que el flujo eléctrico se "regulariza" por ese incremento de la frecuencia. El efecto es muy parecido al de un bache en el pavimento respecto a cómo repercute en al impacto del neumático. Antes de que quede perplejo con este ejemplo, analicemos lo siguiente:
Si usted tiene un bache o agujero en el pavimento de un metro de longitud, muy probablemente la rueda de un automóvil quede "atascada" sin poder salir y genere un impacto brutal que golpea al vehículo con fuerza. Pero si ese hueco de un metro de longitud estuviera dividido en huecos pequeños de 5 centímetros cada uno, el neumático pasaría sin dificultad todos los huecos hasta completar el metro y el vehículo prácticamente no sentiría más que una pequeña vibración.
E principio eléctrico es el mismo: el pulso de 50 hertz genera un rizado de la señal que repercute electrónicamente porque envía "oleadas irregulares" de corriente eléctrica, con picos y valles profundos. Un oleaje irregular de corriente pulsante no sirve para equipos electrónicos. Los transistores aumentan la frecuencia y la consecuencia más importante de este aumento de frecuencia es que no solamente se acorta la distancia temporal del oleaje eléctrico entre picos y valles, sino que la diferencia entre máximos y mínimos también se acorta.
El resultado final de esta etapa conmutadora es el envío de una señal con un pulso que envía una corriente mucho más regular, apta para equipos electrónicos.
La tensión rectificada que se recibe de la etapa anterior, es una tensión de corriente contínua que no tiene ningún efecto al ser aplicada al primario de un transformador. Es por eso que también estos transistores convierten nuevamente la señal en alterna pero como mencionamos, con una frecuencia mucho mayor.
Estos transistores elevan notablemente su temperatura durante su función, por lo que siempre se los encuentran asociados a disipadores a los que se ajustan mediante tornillos. Normalmente entre el disipador de aluminio y el transistor se interpone una goma disipadora. En algunos modelos se puede encontrar grasa siliconada para cumplir con esa función, pero lo común es encontrar la goma.
La función de la goma disipadora y de la grasa siliconada es aumentar la transferencia térmica del calor entre el transistor y el aluminio. La goma no cumple la función tan eficientemente como la grasa, pero se coloca igualmente porque mantiene al transistor aislado y ante cualquier problema del circuito que lleve al aluminio a recibir alguna carga eléctrica por algún corto, se preserva la integridad del transistor. Del mismo modo, cualquier problema de alguno de los transistores no se propaga por el disipador al resto del circuito.
Los transistores de potencia normalmente tienen asociados a ellos conjuntos de resistencias que normalmente rondan los 2 ohms, diodos de tamaño pequeño, capacitores electrolíticos de alrededor de 2 microfaradios y en ocasiones algunas resistencias de 200 a 350 Kohms. Todos estos componentes suelen encontrarse entre la línea de transistores y la linea de transformadores o choppers de la siguiente etapa.
En esta sección también se encuentran dos componentes que difícilmente se quemen (no es lo más habitual): un capacitor cerámico de gran tamaño y una resistencia de gran tamaño, pero de bajo valor que ronda unos 40 a 41 ohms. Si bien es difícil que se quemen aún en condiciones extremas, siempre es recomendable revisar ante una etapa primaria quemada.
Por Ricardo Ponce
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